Allá por 1963, a Gino Paoli, autor de algunas de las melodías más memorables de la canzone italiana (véase 'Sapore di sale', 'Senza fine' o 'Il cielo in una stanza' entre otras muchas), no se le ocurrió otra cosa que intentar quitarse la vida disparando una bala en su corazón, con tan mala puntería (y tan buena suerte) como para salvar su vida, pero con la paradoja de tener que llevar de forma perentoria el proyectil alojado bien cerca del núcleo de sus entretelas. Este hecho sirvió de punto de partida a Antonio Galvañ, bien conocido por los amantes del pop singular, futurista y de alta gradación emocional de su proyecto Parade, para componer 'El Hombre con una bala en el corazón', de su disco 'Materia oscura' (Jabalina Música, 2011) en clara referencia a Paoli. Pero Antonio Galvañ no sólo rinde reverencia al genio de Monfalcone en su excelente discografía. También hay ecos de Lucio Battisti, arreglos que trasladan en tiempo y espacio a las canciones que triunfaron en el Festival de San Remo y una narrativa similar, en ocasiones, a la forma de contar historias de Franco Battiato. Por eso, descorchamos una botella de chianti y conversamos con Galvañ sobre como ha influenciado la canción italiana en la música de Parade y cuales son sus filias (y fobias) transalpinas. "Conocí primero la enorme figura de Lucio Battisti y caí rendido ante sus canciones. Incluso interpreté en directo alguna canción suya. Todo esto a principios de los años 2000. Después de verme cantar 'Mi libre canción', alguien se me acercó y me dijo que si conocía a Gino Paoli, que me iba a gustar. No se equivocaba. Pasé algunos años obsesionado con sus canciones, con su forma de cantar y los maravillosos arreglos que le componían Morricone y Reverbieri". Y claro, la melodía inmarchitable de la canzone hizo mella en Galvañ de aquella forma. "Tanto Battisti como Paoli me hicieron perder el miedo a la melodía, creo que esa ha sido su mayor influencia en mi música".

La grandeza de la música popular italiana no empieza con Gino Paoli, claro está. Mucho antes, músicos com Secondo Casadei, especialista en hacer bailar al público de la Romagna a principios del siglo pasado y posteriormente, Renato Carosone, quien mezclaba el cool jazz americano con la música tradicional italiana, siempre con un sentido del humor socarrón imperante, fueron dos de los grandes catalizadores de la canzone. “Renato Carosone no ha sido una gran influencia para mí, pero me gustan mucho sus canciones, su forma de mezclar la base tradicional napolitana e italiana con esos aires jazz americanos. Eso es una seña de identidad de mucha música italiana, que no pierden de vista su gran tradición melódica”.
En los años 50 surgió el Festival de San Remo, que todavía pervive en la actualidad y que dio a conocer a figuras tan relevantes como Domenico Modugno, Nicola Di Bari o Iva Zanicchi, demostrando, en plena edad de oro del pop italiano, que la calidad de las canciones no tenía porque estar reñida con su comercialidad . Algo que quizás se ha podido echar en falta en la música pop española. "En España se ha hecho mucha música comercial de calidad, en especial desde finales de los años 60 y durante los 70. Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán y Solera, Joan Manuel Serrat, Cecilia, Jeanette, Los Brincos, Fórmula V, Juan y Junior, Camilo Sesto y muchos más… Incluso Rocío Jurado, que tiene baladas tremendas", asegura. Hecho, que como señala Antonio Galvañ, sigue siendo ignorado, en parte, por las huestes de la modernidad de ayer y hoy: "Sin embargo, el adjetivo "comercial" es usado despectivamente desde el underground de la época (y ahora también) sin darse cuenta de que son composiciones buenísimas, con una gran interpretación detrás. Muchas de esas composiciones son clásicos incontestables de la música popular. Pero sus nombres siguen despertando desprecio a muchos. Una pena".



Dentro del pop italiano de los años 60, surgieron también dos voces masculinas que marcaron época y estilo: Luigi Tenco y Adriano Celentano. Tenco, poeta y cantautor melódico, autor de arrebatadas canciones de (des)amor como 'Ciao amore ciao', tema con el que pretendía triunfar en el Festival de San Remo pero que fue rechazado por la comisión del propio festival. Este hecho repercutió sobremanera en el desanimo del ya de por sí frágil Tenco, quien preso de la desolación decidió acabar con su vida en una habitación del Hotel Savoy a la tierna edad de 29 años. Su obra, como suele ocurrir con estos "Santos Mártires de la Canción", fue fuertemente reivindicada muchos años después. La antítesis de Luigi Tenco, era (y es) Adriano Celentano, "Il ragazzo della via Gluck", cantante y actor milanés, especialista en especiar a la canzone con toques de rock and roll y pizca de humor, amado por el gran público de ayer, hoy y siempre: "Yo soy más de Luigi Tenco, por mi carácter, pero en mitad de una fiesta agradezco siempre a Celentano", afirma Galvañ.
Las voces femeninas también son esenciales en la música italiana de los 60 y 70: Mina, Mia Martini, Catherine Spaak, Rita Pavone… Todas ellas mujeres de fuerte personalidad que cantaban como ángeles canciones levantadas por muros de sonido estratosféricos. ¿Cuál es la favorita de Antonio Galvañ? "Sin dudarlo, Mia Martini, en especial las composiciones que le hacía el gran Darío Baldan Bembo: 'Piccolo uomo', 'Minuetto', 'Inno', 'Donna sola'… Son canciones brutales interpretadas por una voz grandísima".



Paolo Conte, el "avvocato" de la canción popular italiana, es otro músico imponente, que aglutina tanto su labor como compositor de canciones memorables para otras voces: 'La coppia più bella del mondo" y 'Azzurro', ambas popularizadas por Adriano Celentano, o la fastuosa 'Genova per noi', cantada por Bruno Lauzi, y la de creador de discos realmente notables, que aguantan el peso de los años con singularidad y estilo: 'Aguaplano', '900', 'Una faccia in prestito'... “Para mi hay un triunvirato musical italiano que no tiene parangón: Gino Paoli, Lucio Battisti y Paolo Conte. Estos tres dioses son inagotables. Y no muy detrás, Battiato. Paolo Conte es un señor que lo que le gusta en realidad es la música jazz de principios del siglo 20, y que siempre ha querido hacer algo así, pero como es italiano y es un genio, no tiene más remedio que llevárselo todo a su terreno. Su primer álbum es el disco mediterráneo que a mí siempre me hubiera gustado componer. Sus letras son maravillosas, como pinceladas impresionistas que no tienen demasiado sentido hasta que te escuchas la canción completa y te das cuenta de que te ha tocado muy hondo", sostiene Galvañ.



Otro músico al que Antonio Galvañ ha mentado como gran referente es Lucio Battisti, quien también comenzó escribiendo canciones para otros y que posteriormente consolidó una trayectoria relevante y que, según dicen, anticipó estilos dentro del pop y el rock con sus canciones, lo que le valió la admiración de personajes como David Bowie. "Me llama la atención su gran sentido de la melodía y su curiosidad por la experimentación, por estar atento a todo lo que ocurría musicalmente en esos años. Sin esos dos extremos no se podría entender su obra, aunque yo me decanto más por la parte melódica. Algunos de sus experimentos han caducado, pero sus grandes canciones son eternas. Además, ¿a qué autor de éxito mundial se le puede ocurrir dedicar un disco a Hegel?”, asegura Antonio Galvañ, refiriéndose al eurobeat bailable de 'Hegel' (1994).
Artistas que se perfilan cercanos a la onda más cantautoril de Battisti son Fabrizio de André, Claudio Lolli, Rino Gaetano, Francesco de Gregori o el más reciente Gianmaria Testa, quienes optan por un tratado más convencional de la canción popular, pero cada uno, en su estilo, con discos plagados de hallazgos. "Confieso mi ignorancia sobre todos, conozco un poco la obra de Fabrizio de André y Francesco de Gregori, pero poco más. Investigaré", afirma Galvañ.
El Spaghetti-Western, aquel subgénero del western con marchamo italo-español y que se rodaba en localizaciones casi exclusivas en el Desierto de Almería, tuvo en Sergio Leone al gran canalizador y dignificador del género, gracias esencialmente a su Trilogía del Dólar, pero también permanece en el altar de la cultura popular gracias a las maniobras orquestales de Ennio Morricone, uno de los grandes "bandasonoristas" de la historia del cine. En sentido el músico murciano explica que "conozco algunos de los clásicos de Sergio Leone, pero muy poco de la súper explotación serie B posterior. Me parece que Leone le dio una vuelta de tuerca al western con un lenguaje muy de autor que pronto se convirtió en estándar imitado por muchos. Sin las bandas sonoras de Morricone, no sería lo mismo. Otro gran genio italiano que imprimió su estilo a todo lo hacía, desde la música de películas hasta sus arreglos para los grandes cantantes italianos".



Casi coincidiendo con el punk, surgió el "italo-disco", música de baile europea basada en las cajas de ritmo, las melodías pegadizas y letras con escaso sentido. "Del "italo-disco" no soy muy fan. El final de los 70 y los 80 italianos no los he investigado tanto como los 60 y los 70, de los que me encanta el sonido y las orquestaciones. Me gusta casi más la reinvención que ha hecho Johnny Jewel con sus Chromatics y todo el montón de grupos de "Italians do it better", admite.
Uno de los grandes representantes de esa música de baile sintetizada y futurista es Giorgio Moroder, aunque parece que Antonio Galvañ tiene otro tipo de referentes en este sentido: "La música de Parade tiene mucho más que ver el futurismo de principios del siglo XX, con Marinetti y Russolo y su pasión por la electricidad, la velocidad y la vida moderna. Sus intonarumori (maquinas primitivas que producían ruido) dieron título a uno de mis discos, el recopilatorio 'Intonarumore (Jabalina, 2010) ' y a mi estudio (casero) de grabación".
Franco Battiato parece otra clara influencia en algunas de sus canciones con ese pop de requiebros, melódico pero casi vanguardista, poseedor de un discurso muy particular. "Me gusta muchísimo Battiato, pero creo es una figura única, que no ha creado escuela. Es muy reconocible, pero muy poco imitable (aunque Martes y Trece lo hicieron muy bien). No encuentro a nadie que haya podido seguir su estela. Me encanta que a sus 70 años siga investigando y no haya perdido la curiosidad. Esas letras hiperintelectuales son inconfundibles, nadie más lo puede hacer", considera.



Vinicio Capossela es la gran aparición de los últimos años, especialmente cuando publicó discos repletos de literatura, jazz portuario y baladas "à la Tom Waits", como 'Camera a sud' o 'Canzoni a manovella', aunque en sus últimos tiempos el progresivo alejamiento del pop para acercarse a cuestiones más folclóricas, en álbumes como 'Marinai, profeti e balene' o el helénico 'Rebetiko gymnastas' parece que le hayan restado a sus canciones un poco de interés. "Me gustan sus inicios, cuando parecía un nuevo Paolo Conte. Sus investigaciones en el folklore me dejan un poco frío, no veo las canciones tan chulas que tenía al principio. De todas formas, no me he metido demasiado en su carrera. Hay que dejar que los artistas sigan sus instintos", asegura.



El pop italiano vive en los últimos tiempos un estado de bonanza, que si bien es casi imposible que pueda alcanzar el estado de plenitud de la edad de oro de los años 60, si que han surgido algunos nombres que auguran buenos tiempos para su lírica: Saluti da Saturno, Colapesce, Dente, Alessandro Fiori, Dino Fumaretto, Opez, Antonio Pignatiello… De todos ellos, Antonio Galvañ se queda con uno: "Conozco a Dente a través de su disco de 2009 ('L'amore non è bello') que me encantó. Logra ese misterio de hacer que las canciones suenen fáciles, como si no le costara nada, cuando de verdad hay un gran esfuerzo de composición y arreglos detrás, pero apenas se nota".
Algo parecido a lo que sucede con las canciones de Parade, a las que Antonio Galvañ pretende dar continuidad con un nuevo episodio en 2016. Estaremos muy atentos por si detectamos algún nuevo síntoma de italianización en sus excelsas melodías. A presto.